Hablar en público en la era digital

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Hablar en público en la era digital

Roser de Castro, profesora de «La voz y el texto» de El Timbal, hace una reflexión sobre el hablar en público en la era digital en el blog «A través del espejo«, de la agencia Alicia Comunicación. A continuación, os dejamos el artículo íntegro.

En una época donde la comunicación escrita ha superado con creces la comunicación oral, resulta curioso e interesante percatarse de que continuamos necesitando y anhelando la interacción humana directa. La oralidad, a pesar de haber sido sustituida por e-mails, redes sociales, whatsapp y emoticonos, no ha perdido su función, e incluso, dada su escasez, cuando se produce, y se produce óptimamente, es extremadamente poderosa en impacto e influencia. Visto está el éxito de las TED talks o los discursos motivacionales que se convierten en virales.

Antiguamente la retórica y la oratoria eran pilares básicos de la formación académica. Hoy, los debates, la lectura en voz alta y las presentaciones orales cada vez tienen menos presencia en nuestros planes educativos. En consecuencia, afrontar una exposición en público es vivido desde lo traumático. La glosofobia, el miedo de hablar en público, nos atenaza. Para cambiar este miedo por empoderamiento necesitamos herramientas. Las buenas noticias son que existen, pueden ser aprendidas y aplicadas de forma fácil y sencilla. Ahí van algunas de ellas.

Superar el miedo escénico 

El miedo y el nerviosismo son quizás las problemáticas más conocidas por todos nosotros cuando afrontamos una presentación en público. Este temor nace de un instinto de supervivencia. Antes de salir a un escenario los profesionales sentimos lo que llamamos “track escénico”: nuestro cerebro detecta peligro, el sistema nervioso simpático se activa, notamos un subidón de adrenalina, se nos seca la boca y empiezan los temblores. ¿Las malas noticias? El track escénico nunca va a desaparecer. Pero atención, porque ese “chute adrenalínico” no es más que energía que, bien canalizada, se convierte en el motor de nuestra actuación. Una buena postura corporal, un calentamiento vocal y un buen manejo de la respiración diafragmática nos ayudarán a focalizarlo y usarlo a nuestro favor. Un profesional de la voz y de las habilidades comunicativas puede ayudaros a ello.

Mensaje

Simplicidad y claridad. A la hora de preparar nuestra presentación, estas dos palabras deben ser nuestro mantra. Uno de los errores comunes en nuestras presentaciones es querer compartir demasiadas ideas, demasiada información, a menudo fragmentada. Prepárala de otra forma: decide un mensaje nuclear. Tiene que ser una frase simple, y tiene que resonar en ti o tampoco conseguirás que tu audiencia conecte con ella. Deja que ese mensaje simple se convierta en el corazón de la presentación, que no te dé miedo repetirlo al largo de la ponencia: tu meta debe ser que el público se quede con él. Todos recordamos ese “stay hungry, stay foolish” del famoso discurso de Steve Jobs en Stanford. Simple, directo y motivador.

Estructura

Una vez decidido el mensaje y sus ramificaciones, estructura tu discurso de forma lógica. Deja que el sentido común te guíe. Tener claros los puntos por los que pasarás te ayudará a resistirte a la tentación de dos de los grandes errores de las presentaciones: leer y memorizar. ¿Quiere decir eso que tenemos que dejarlo todo en manos de la improvisación? No. Si hay algo que debes ensayar y preparar a conciencia es el principio y el final. Mis consejos son: empieza por una frase simple y poderosa que enganche a tu audiencia. Ahí tenemos ese clásico “I had a dream”. Ve de lo concreto y específico a lo general, nunca al revés.

Una buena manera de comenzar es contar una experiencia personal. El storytelling es una de las armas más poderosas de la comunicación. Termina con una conclusión clara, que puede ser el mensaje del que hablábamos anteriormente. Tener claro el final se convierte en nuestro GPS. Una presentación sin rumbo nos convierte en esa mujer que, queriendo ir a Bélgica, terminó conduciendo hasta Zagreb. Apuesta por frases simples: sujeto, verbo, predicado, y olvídate de las subordinadas. Empieza bien, termina mejor; en el medio, haz lo que puedas.

Sentido del humor, emoción y humanidad

Otro arma extremadamente poderosa en la comunicación es el sentido del humor. Utilízalo. Eso no quiere decir que debas convertirte en un cómico de stand-up, añádelo como quien condimenta un plato con especias: con moderación, pero con alegría.

La emoción debería estar siempre presente. Si vamos a la raíz de la palabra en inglés, e-motion significa en movimiento. Mover nuestra audiencia, provocarle un cambio, que salga diferente de cómo ha entrado, es nuestra meta. No la escondas. Todos nos sentimos profundamente conmovidos cuando Emma Watson habló en las Naciones Unidas para la campaña HeForShe. Su voz temblorosa nos causó profundo impacto. Fuimos testigos de su vulnerabilidad. Nadie quiere ver delante suyo a un robot: nada nos impresiona más que el coraje de un ser humano superándose a si mismo. Emociónate, y emocionarás.

Sé tú mismo

Al final de todo, la persona que llevas al escenario es la persona que tú eres, en su mejor versión. Conócete a ti mismo, explota tus puntos fuertes. ¿Y qué hacemos con nuestros puntos débiles? Simplemente, los aceptamos y no los escondemos. Los fallos son poderosos, nos hacen humanos, favorecen la empatía y nos acercan los unos a los otros. Por ejemplo, si en tu presentación te pierdes, o te quedas en blanco, verbalízalo. Verás que instantáneamente tu cuerpo se relaja, y también el de la audiencia. Utiliza también tus “errores” como parte de tu storytelling. Un buen ejemplo de ello es la TED talk que dio Monica Lewinsky, una de las más inspiradoras y que más se han visionado y compartido.

Para terminar, sólo decirte que la única fuerza para superar el miedo a una presentación en público es que las ganas de comunicar tu mensaje sean más poderosas que ese temor. Encuentra tu meta, ve a lo esencial, e inspira. Y, sobretodo, disfruta del viaje.